Capítulo 7

CAMBOYA


CAMBOYA

DEL MEKONG A PHNOM PENH


Hemos pasado ya a territorio de Camboya. Subimos a otro barco, más grande y potente, en el que apenas hay más ocupantes, habrá un total de plazas y vamos sólo cinco personas en su interior. Menuda suerte estamos teniendo, además de poder acomodarnosa nuestras anchas, el recorrido de tres horas se reduce a la mitad de tiempo.

El paisaje por el momento es similar, aunque el río ahora es muchísimo más ancho. Salgo a cubierta y la fuerza producida por la reacción de los stridentes motores hace revolotear mi pelo en todas las direcciones. Me imagino esa Camboya humilde y campesina, arrasada por el terrible genocidio de 1977 donde los Khmeres Rojos entraron en la capital, Phnom Penh, con unas instrucciones muy claras de actuación. En un principio, hasta la ONU aprobó su gobierno, pero la realidad posterior fue bien distinta. En un plazo de 4 años, uno de cada cuatro habitantes (más de 2.000.000 de personas) fueron ejecutadas por muy distintos y estrambóticos motivos: llevar gafas, vivir en la ciudad o hablar un idioma extranjero era ya motivo suficiente para ser considerado persona non-grata.. Se abolió el dinero y las propiedades. Todos llevarían las mismas ropas y peinados. La información a la que se tenía acceso era únicamente la propaganda de la dictadura. Se inició un éxodo consistente en el traslado de las personas de la ciudad al campo y se establecieron centros de reeducación comunes donde instruían a los niños en el uso de las armas. Se generalizó la palabra traidor y se incrementaron las ejecuciones, por ahorrar balas se llegaba a ahogar con bolsas a los prisioneros.

Loung ung (la Ana Frank de Camboya) relata en sus escritos la desastrosa realidad por la que tuvo que atravesar desde los 5 años de edad. Actualmente es la portavoz de la campaña internacional contra las Minas Antipersonales.

El error del nuevo sistema estuvo en tratar de invadir a sus vecinos vietnamitas, acto que provocó la respuesta de Vietnam invadiendo a su vez Camboya. Las guerras continuaron hasta que, tras varios procesos electorales, se implantó la democracia que impera en la actualidad.

Desembarcamos en tierra firme para subir a otro vehículo en dirección a la capital, Phnom Penh, a un par de horas de camino. La carretera no está en muy buen estado y da cierto respeto pensar que todavía quedan unos 10 millones de minas desperdigadas por el país. Los transportes aprovechan al máximo el espacio, las mercancías transportadas sirven también de acomodo para pasajeros locales. Muchas motos con remolque actúan de transporte colectivo, las intento fotografiar en marcha pero la ventana es estrecha, con lo que se me hace algo difícil tomar la instantánea, pongo una velocidad de obturación rápida para congelar el movimiento latente. Casi todo el recorrido es por campos y zonas agrícolas, y de vez en cuando pasamos junto a algún pequeño templo budista, imponente y dorado, en medio de la nada.Llegamos a la capital a las 17:00 de la tarde, por lo que todavía tenemos algo de luz para hacernos una primera impresión de la capital. El hotel que hemos encontrado dispone de dos grandes mosquiteras y la habitación no es de lo mejorcito hasta ahora. La planta inferior del alojamiento es un restaurante al aire libre donde se ve algún que otro turista solitario y de cierta de edad, lo que me hace pensar mal de un principio. No parecen los típicos visitantes occidentales, ni me los imagino recorriendo la capital junto a un guía turístico. Ojalá me equivoque.

Damos una vuelta por pleno centro, donde reina la actividad de los comerciantes callejeros con sus puestos de diferentes índoles. Llegamos hasta el hotel donde se encuentra Jazz y Ángel, con los que cenamos en una pescadería local. Ellos se alojan en un pequeño alojamiento muy próximo a las grandes cadenas hoteleras de la capital. Al acabar la cena no hay casi nadie por la calle, son solo las 22:00 y el vacío es asombroso en comparación con dos horas antes. Retornamos caminado hasta nuestra morada, donde leeré alguna cosa y escribiré parte de lo que hoy reflejo en este diario.

Por la mañana, el aspecto de la ciudad es bien distinto al de la noche. Realizo una visita de lo más completa por el centro, bordeando el río hasta la Silver Pagoda (que de plateada no tiene nada, es casi toda dorada) y puedo algo de los pocos restos que quedan de la cultura jemer. Junto a la pagoda se encuentra el enorme Palacio Real, e inmensas fotografías del rey Norodom Sihanouk, quién abdicó en octubre 2004 en favor de su hijo Norodom Sihamoni, debido a un cáncer que arrastraba desde hace varios años y del que se recupera en China. El actual Rey ha decidido aceptar el cargo por "devoción familiar". Siendo soltero y sin descendientes, es un personaje muy poco conocido para el pueblo camboyano, y ha pasado casi toda su vida en el extranjero, aunque en los últimos años su padre le solicitó con frecuencia que apareciera en ceremonias oficiales para iniciarle en el protocolo. De hecho, su progenitor ha sido quien ha promovido su candidatura al trono, que también ha apoyado el poderoso primer ministro, Hun Sen. Como no podía ser de otro modo con semejantes padrinos, la votación en el Consejo ha sido un mero trámite, aunque otros 400 miembros de la familia real cumplían los requisitos para reclamar la corona no hereditaria de Camboya.

Norodom Sihamoni nació en 1953 y, desde el comienzo de sus estudios, mostró una fuerte inclinación y un gran talento para la danza, la música y el teatro, disciplinas que han llenado su vida. Ya a los 14 años el nuevo monarca protagonizó "El Pequeño Príncipe", una película dirigida por su padre, también un cineasta apasionado y prolífico. Su siguiente incursión en el mundo del arte fue en el campo de la danza. El príncipe Sihamoni estudió baile clásico con su hermana, Bopha Devi, estrella del ballet nacional, y en 1970 marchó a Praga para estudiar en el Liceo de la ciudad. Su talento le proporcionó el primer premio de danza clásica en el conservatorio de la capital checa al año siguiente y en 1975 se diplomó en la Academia de Arte Musical.En 1976 regresó a Phnom Penh para estudiar cine pero las convulsiones políticas en su país truncaron sus intenciones. Nada más llegar a la capital camboyana, Sihamoni fue confinado durante tres años junto a sus padres en el recinto del Palacio Real por orden del nuevo hombre fuerte del país, Pol Pot, al que el Rey había apoyado en su lucha contra el golpista Lon Nol. Mientras la familia real sufría un exilio interior, los Jemeres Rojos consumaban uno de los mayores genocidios de la historia.Tres años después pudo huir, junto con la pareja real, hacia Pekín, justo antes de la caída de los Jemeres Rojos, derrocados por el Ejército vietnamita, y aprovechó su libertad recuperada para retomar su vocación artística. Para 1981 el príncipe Sihamoni ya ejercía como profesor de danza clásica en París, y puso en marcha su propia troupe, el Ballet Deva, que representaba obras cuya coreografía diseñaba él mismo. En 1990 fue nombrado director de la Sociedad Jemer Cinematográfica, la Jemara Pictures.En 1992, un año después de los Acuerdos de Paz, fue elegido representante ante las Naciones Unidas del Consejo Nacional Supremo y desde 1993 ejercía de embajador de su país en la sede de la UNESCO, sin dejar mientras tanto de diseñar coreografías. Desde París se mostró como un ardiente defensor del patrimonio cultural y un luchador contra el robo de arte de los templos camboyanos. Ahora sus nuevas responsabilidades le atan definitivamente a su país natal pero de sus viajes y largas estancias en el extranjero le queda un espíritu de ciudadano del mundo y el conocimiento perfecto de cinco idiomas: jemer (la lengua de Camboya), francés, checo, inglés y ruso.

Otra Pagoda de lo más interesante en es la de Vat Phnom, enclavada sobre la cumbre de una colina. Para subir a ella es posible que soliciten al extranjero algo de dinero, aunque yo conseguí evitarlo. En los escalones bajos de la Pagoda hay un pobre elefante dispuesto a dejarse fotografiar si sueltas algún billete y un enorme reloj formado por un fino césped y flores a modo de señal de las horas.


PLAYAS EN SHIANOUKVILLE


Un nuevo destino, muy apetecible, es Shianoukville, a 4 horas de distancia de la capital por tierra. Parte del camino de ida es de tierra rojiza, algo desértico. A la llegada, las nuevas motocicletas esperan a los pasajeros para transportarlos .En mi caso, la dirección es la costa. Durante el trayecto, contemplo un precioso atardecer. No hay mucha construcción, parece que está todo por montar todavía, y los precios, en general, son un poco más caros que en la capital. La playa es de suave arena blanca y el agua es mucho más clara que las playas visitadas en Vietnam

Alquilo una mountain-bike (ésta vez en muy buen estado) para visitar en solitario las diferentes playas de la zona: Hawaii, Victory o Independence. Algunas de ellas están totalmente vacías, sin un sólo extranjero. Me adentro hasta una villa de pescadores en la que las casas de madera se adornan con las miradas de los críos sentados junto a los escalones de acceso, construidos con tablillas de madera. Algunos de los críos se esconden simpáticamente en su interior al notar mi presencia. En una de las casas hay dos hermanos de pelo completamente rasurado. Hago continuas paradas para tomar fotografías. Algunas madres están encantadas de que fotografíe a a sus vástagos, llegando incluso en algún caso a obligarles a posar si se resisten. Regreso por la carretera de costa hacia la playa de Serendipity y Ocheuteal, donde se concentran la mayoría de los pocos viajeros que por aquí se encuentran. En primera línea hay algunos restaurantes sencillos donde degustar diferentes variedades de marisco que te ofrecen las vendedoras ambulantes. Las bandejas que utilizan las transportan en la cabeza de un modo muy natural. En el agua hay alguna lancha para realizar actividades deportivas. Una de las empleadas del local me ofrece una tarjeta en la que se indica una especie de fiesta de playa por la noche en uno de los chiringuitos más alejados.

Aprovecho el final de la tarde para contemplar estirado el rosado atardecer de postal mientras algunos establecimientos se comienzan a llenar de visitantes en busca de cervezas.

Regreso al hotel, que tiempo atrás fue una casa familiar de veraneo. La comodidad y cercanía de la playa hace que me tome un día sabático, en el que solo me muevo para pasear por la playa, comer con la calma que de vez en cuando uno se merece y leer algo de información sobre los siguientes destinos. Alquilo una motocicleta para no cansar siquiera a mis piernas en éste día de calma, y así visito zonas cercanas a la playa.

Por la noche quedamos los tres amigos para ir en la moto en busca de algunos locales nocturnos algo apartados de la zona de playa. El camino se hace divertido al ir los tres en moto, por aquí esto no es ninguna infracción. La búsqueda del local que nos comentan se hace larga, con lo que hacemos un último intento tras subir algunas colinas en el que la velocidad de la moto se pone a mínimo. Pasamos junto a una gasolinera para que nos indiquen el camino y llenar algo el depósito por si volvemos a perdernos. Pasamos junto a un local totalmente aislado, que resulta ser una discoteca medio extraña, en el que hay un solo occidental maduro tomando tragos junto a una chica camboyana. No nos gusta el ambiente y nos retiramos al momento en busca de la fiesta en la playa. Recorremos de nuevo el mismo camino de regreso, unos 20 Km. y comprobamos que la oscuridad en los locales de la playa indican que ya se han cerrado. Preguntando nos enteramos que la fiesta se realiza en el ultimo chiringuito de la playa. Sólo se puede llegar caminando por la orilla. Probamos suerte en busca de algo ya que no es ni la 1:00 de la madrugada. Al poco rato de caminar por la orilla, comenzamos a escuchar un leve sonido de música que nos indica que vamos por el buen camino. Efectivamente es el ultimo local solitario de la playa y el mejor montado en cuanto a decoración se refiere. Consta de un par de barras en la misma playa, una de forma cuadrada, un billar y varias mesas en la zona interior. No hay mucha gente, aunque optamos por tomar unas cervezas escuchando la música desde la arena, junto a una fogata. La mayoría de los presentes son occidentales. Me pregunto dónde se meterán los locales, a excepción de algunos que se mezclan con el turista mientras realizan algunos juegos malabares. El sitio está bien montado pero el ambiente no me gusta. La música es demasiado electrónica, con algún tema a lo chill-out. Hasta por aquí esta ganando la música electrónica al rock de toda la vida o a la propia música tradicional del país.

Al no habernos acostado tarde tras tan poca fiesta podemos levantarnos a una hora temprana para coger otro autobús de regreso a la capital. Ángel se quedará unos días más por la zona, Luís como siempre está indeciso, y yo seguro de mi marcha en busca de otras zonas.
Tomo el autobús junto a Luís, que definitivamente decide venir conmigo. La llegada a mediodía nos permite dar un último vistazo a la ciudad, el interior de su mercado central y los alrededores.
Una de las visitas más realizadas por los turistas es al campo de exterminio de Choeung Ek, que está a sólo 15 Km. de la ciudad, donde se encontraron los restos de casi 9.000 personas asesinadas por los Khmer, de todas las edades, sexo, y condición. Opto por no visitarlo debido a que parece estar todo controlado por empresarios del turismo de Phom Penh. Cuando ves los folletos turísticos que lo anuncian junto a actividades lúdicas diversas, incluso con un campo de tiro, me parece algo grotesco.


DE SKUON a ANGKOR VAT

El siguiente punto de llegada será el minúsculo pueblo de Skuon, desde donde no sabemos que tipo de conexiones habrá para los siguientes puntos de visita del país. Los autobuses paran continuamente para cargar con más pasajeros, te lo has de tomar con calma, más o menos como los chóferes, quienes seguro que no sufrirán jamás de ningún tipo de stress por trabajo. Tras dos horas de camino nos dejan en Skuon, del que sabía de una característica típica de entre sus pocos habitantes como es el hecho de que comen tarántulas a todas las horas del día.Miro y remiro en busca de las tarántulas sin éxito. De repente, sin saber donde encontrarlas me percibo de que están en esas bandejas que portan algunas vendedoras ambulantes. Nos acercamos a una de ellas y comprobamos que esos bultos negros desde la distancia se tratan por supuesto de las encogidas tarántulas, totalmente fritas, aunque conservando su raro aspecto satánico. En una sola bandeja hay cientos de ellas. La gente las compra en bolsas a modo de aperitivo. Necesito ver a alguien digerir una de ellas, pero parece que solo lo hagan en la intimidad. Me río al pensar que todos las compran en señal de valentía, pero luego ninguno se las toma en público. En un pequeño puesto de vendedoras les tomo una fotografía mientras se la ponen en la boca, riéndose pero sin comérsela. Abandono la búsqueda de la toma y vamos a comer a un local en la plaza central, pequeña y polvorienta, junto a una estatua de 2 niños portando una bandera como símbolo de paz de la nueva Camboya. Me introduzco en la cocina del establecimiento para ver si tienen insectos para cocinar, pero nada. Mientras comemos hay una de esas vendedoras de tarántulas que acaba de vender una bolsa a un señor desde su coche. Me levanto en su busca y decido comprarle una sola a precio de bolsa pero sólo si se la come. Ésta finalmente acepta. Primero me la ofrece pero se me hace difícil el probarla al ver una cosa tan fea y desagradable a escasos centímetros. Le entrego el billete pactado y se la introduce en la boca, aunque sin mucho entusiasmo, y comienza a sonreír al escuchar los disparos de mi máquina fotográfica.

KAMPONG CHAM

No hay transportes regulares para salir del pequeño poblado, por lo que tomamos una furgoneta. Llegamos hasta Kampong Cham a otras 3 horas de distancia. Este pueblo es todavía más pequeño que Skuon. No hay casi nada aparte de las paradas junto a la carretera y el gran hotel restaurante donde nos alojamos por sólo 2 $, de una calidad más que óptima para lo que buscamos. Por aquí el aburrimiento puede ser máximo si lo que quieres es dar una vuelta por el exterior. Cenamos en el restaurante del hotel, en el que realizan un espectáculo de karaoke y varias actuaciones musicales a cargo de una pareja de lo más engalanada, tipo baile de salón. Hay varios grupos de jóvenes amigos en las redondas mesas del local. La forma en que te sirven muy correcta, están atentos hasta cuando te falta el pan. A la salida, uno de los empleados del hotel comenta si queremos pasar la noche con unas señoritas por 10 dólares. Sólo nos informa por si requiriésemos de sus servicios para que él nos pusiera en contacto con ellas y cobrar su comisión. Nos comenta que en Camboya todo aquel joven que desee sexo ha de pagar a una chica. En España es diferente, le decimos, y hace como que no se lo puede creer. Lo ve algo imposible por aquí.

Para ir dirección Siem Reap, nuestro próximo destino, cogemos un truck, que forma parte de los transportes que habitualmente cogen los camboyanos para distancias más bien largas. Son los transportes más económicos y locales del país. Opto por tomarlo para saber lo duro que se hace una cosa tan sencilla como el viajar a otro punto del país de la forma más autóctona posible. El precio es muchísimo más barato que los autobuses debido a que en la parte posterior del furgón, de unos 4m2, viajamos un total de 30 personas junto a gallinas e incluso una motocicleta. La sensación es realmente dura e incómoda. No hay forma de poder mover las piernas un solo centímetro. No me puedo imaginar a esta pobre gente viajando siempre de está forma tan dura. Incluso los pequeños parecen estar ya acostumbrados a ello. La brisa del aire amortigua un poco la sensación de estar aprisionado. Hago ceder la plaza de la cabina en el interior del vehículo a una señora que está dando de amamantar a su pequeña. Los precios por viajar en el interior de la cabina con una capacidad para 5 personas son el doble que las plazas al exterior. Hay algún momento en el que paso algún apuro ya que me encuentro en la parte posterior del canto del furgón. Un pequeño bache o giro hace que extraiga medio cuerpo del exterior del vehículo, causándome algún susto al pensar en lo fácil que puede ser caerse a la calzada donde sufrir alguna rotura o simplemente el no poder contarlo.


Otra parte del camino en solitario, la realizo en otra furgoneta en la que viajan dos monjes budistas que me preguntan acerca de mi cultura. Sufrimos un pinchazo en medio de la calzada junto a las cuatro casas de un poblado. Mientras esperamos los recambios de la rueda, aprovecho para estirar las piernas. El terreno es de lo más árido. De una de las casas sale un padre de familia junto a sus dos hijos y su pequeña, a la que lleva en brazos. La pobre cría no para de toser, con muy mala pinta. Está realmente enferma. Me siento realmente mal al pensar que están aislados sin poder optar a cualquier tipo de medicinas. Su cara de dolor lo dice todo, mientras su padre tiene las fuerzas necesarias para incluso sonreírme. Me acerco a ella para darle mi cariño y probarle el masaje, que no consigue sacarle esa sonrisa normal de los que se encuentran sanos. Les imprimo una fotografía que es todo lo que puedo hacer en estos momentos. Tengo una bolsa con algo de comida ya empezada que les doy a sus hermanos. Tras arreglar la rueda iniciamos el camino. Espero de corazón que esa familia y, sobre todo, la pequeña puedan salir adelante. Al subirme en el vehículo me llena de satisfacción ser bendecido por los monjes que me agarran la mano en señal de agradecimiento al haberme visto preocupado por esa familia. Se asoma una pequeña lágrima en mi rostro mientras me dicen en un vago inglés que soy buena persona. Les respondo que cada día aprendo a serlo más y más, y que debo estar agradecido a la gente humilde de su país que son los que de una forma involuntaria me lo van enseñando poco a poco cuando te sonríen, te ofrecen y comparten lo poco que tienen.


SIEM REAP

Finalmente consigo llegar hasta Siem Reap, o traducido "derrota de Siam", en alusión a los tailandeses expulsados de Camboya.Es en Siem Reap donde se encuentran los templos más relevantes del imperio Khmer (s.IX y XIII), repartidos a lo largo de 50 kilómetros en la zona conocida como Angkor o ciudad Sagrada. Se trata del complejo de templos religiosos más grandes del planeta. El primer monarca de la era Angkor fue Jayavarman II, que en el año 802 ubicó la capital en Roluos, 15 km al sur de Siem Reap.

Los alojamientos van desde 1$ en un dormitorio, hasta cientos de $ en hoteles de lujo para sentirse como un rey Khmer. Uno de los espectáculos que se anuncian es el del tenor catalán José Carreras para una fiesta en fin de año. No quiero ni pensar el precio que puede alcanzar el escuchar una maravillosa voz en un majestuoso entorno como el de Angkor.

De Siem Reap se deben resaltar infinidad de puntos de interés obligados para el viajero: desde el contraste de sus establecimientos, al más puro estilo callejero, a los más nuevos y modernos pubs de música tecnológica sin sentimiento, donde hay miles de frases dejadas por los visitantes a lo largo de las paredes de los mismos.

MAJESTUOSO ANGKOR

Para mi visita a Angkor contrato los servicios de un motorista familiar del regente del alojamiento en el que me albergo. La razón por la que no voy por mi cuenta es simplemente porque uno mismo no puede alquilarse una moto. Supongo que estará todo pactado para que de esta forma muchos puedan trabajar, al llevarte en sus motos o vehículos a los inaccesibles complejos arqueológicos. Los medios de transporte, por eso, son muy variados, desde él tuk tuk hasta el taxi, el tour organizado e incluso la limosina de lujo o el helicóptero. Para ver los templos desde el aire, hay la posibilidad incluso de tomar un globo con cuerda fija que sube a unos 200 metros de altura.Los tickets de visita al Patrimonio pueden ser para 1, 3 y 7 días, y sus precios son de 20, 40 y 60 $ respectivamente. Escojo por razones lógicas el de un solo día, con la intención de realizar la visita desde antes de la salida del sol hasta la misma puesta.

Por lo general, las visitas de un día comienzan el día anterior, se adquiere el ticket por la tarde para poder contemplar la puesta de sol desde Phnom Bakheng, un templo que se abarrota. Está construido en la cima de una colina, con 2 sendas de acceso, una para elefantes y otra para personas y el camino directo de la antigua escalera, ahora casi destruida, que es el que tomo y que es bastante empinado y dificultoso, especialmente para personas de cierta edad. En lo alto del templo la vista es preciosa, llena de armonía y tranquilidad, se puede percibir el entorno natural en el que te encuentras y un anaranjado y mágico atardecer.

Madrugo encantado a las 6:00 de la mañana del día siguiente para empezar la visita a Angkor. Inicio el recorrido en el templo de Bayon, ya que según el joven motorista es la mejor hora para visitarlo, antes de que las masas humanas, en su mayoría japoneses, acudan tras haberse iniciado el amanecer en Angkor Vat, donde la luz solar a primera hora no es precisamente la mejor para la fotografía debido a que el sol se encuentra justo detrás del templo. Bayon esta formado por multitud de bajorrelieves de un detalle increíble, que representan todo tipo de actividades. Podemos ver escenas de batallas, cacerías, barcos pescando, mercados, niños jugando; todo ello con una nitidez que ha sobrevivido al paso del tiempo, más de ocho siglos. Pero lo que hace verdaderamente especial a Bayon son las 37 torres, casi todas ellas con 4 rostros diferentes esculpidos, unos con los ojos abiertos, otros cerrados, otros con un ojo abierto y otro cerrado, algo en lo que todavía los arqueólogos no se ponen de acuerdo en su significado.Paseando por el templo se tiene la sensación de que te están espiando y, efectivamente, mires donde mires, siempre hay un rostro apuntando hacia ti.

El siguiente punto a visitar es la Terraza de los Elefantes y la del Rey Leproso, en una gran explanada que se utilizaba para ceremonias y hoy en día para cenas con espectáculo cuando es luna llena. Hoy es precisamente luna llena, pero los $90 que cuesta la cena, lo deja fuera del presupuesto a un mochilero como yo.La Terraza de los Elefantes tiene figuras y bajorrelieves de elefantes de tamaño natural, y en la Terraza del Rey Leproso (denominada así, por una estatua en mal estado) cientos de figuras se agolpan en varios niveles, no sólo de altura, sino que detrás de una fachada falsa, hay otro muro con más figuras.

En muchos templos hay pequeñas bandas de músicos con algún miembro amputado a causa de las fatídicas y explosivas minas que pisaron. Con lo que la música es una solución a su incapacidad, para poder generarse unos ingresos.

Si hay un templo digno de curiosidad, ese es el de Ta Som, un templo pequeño, la puerta del cual ha sido literalmente engullida por un gigantesco árbol, que la abarca completamente. En un principio estuvo a punto de derribarla, pero ahora precisamente se mantiene en pie gracias al árbol. Es precisamente en este templo donde me encontré al simpático anciano que salía en la foto de portada de la misma guía de Lonely Planet Camboya.

En otros templos como el de Ta Phrom, es donde se han rodado diferentes películas, como "Tomb Raider" y su famosa Lara Croft o "Dos hermanos" los cachorros de tigre del film de J.J.Annaud. Tengo entendido que en algún templo budista de Camboya y Tailandia,sus propios monjes han ido preservando su continuidad mediante cuidados y alimentación obtenida de los ingresos que recaudan con los donativos de aldeanos.

Continúo hacia el templo de Ta Keo, en el interior de la densa jungla y junto a un pequeño río en el que se refleja la silueta del templo. La vegetación es tan frondosa que es digna de dedicarle también algún tiempo en apreciarla.

En cada una de las paradas que realizo, el joven motorista aprovecha para conversar con los colegas del gremio, hasta que cada cliente regresa para continuar su ruta particular. La cámara de fotos tiene hoy mucho trabajo, llegando incluso a media jornada, a quedarse sin nada de batería, lo que aprovecho para tomar algo y descansar sentado un rato mientras se carga. Los jóvenes del comercio en el que descanso me asaltan simpáticamente, llegando alguno incluso a saber que soy español o italiano. Saben alguna frase en cada idioma a modo de estrategia comercial.

Para acabar la jornada, una hora antes del atardecer, me dirijo hacia el que es el más sugestivo de todos los templos: Angkor Vat. El templo está protegido por 6 Km. de muralla y tiene una superficie total de 1 Km. cuadrado, con tres niveles de altura y tres torres imponentes que se erigen sobre el gran foso de agua. Repleto de restauradores, Angkor Vat es el símbolo por excelencia de Camboya, representado en la bandera nacional e incluso con una marca de cerveza del mismo nombre.

En un momento mientras espero en el acceso al templo, me doy cuenta de que no hay absolutamente nadie cerca y aprovecho para sacarme una fotografía sin que se perciba la multitud de visitantes. Parece que camine por mi propia mansión majestuosa, como un emperador.Subo hasta el tercer nivel por infinitas escaleras piramidales, en las que uno debe andarse con ojo. Al menor descuido te vas para abajo y no lo cuentas. Estoy convencido de que alguien se ha matado alguna vez. Desde arriba, la magia del escenario es absoluta, el templo con toda su magnitud, la selva, y a unos metros unos jóvenes monjes budistas orando. Una pura estampa en plena armonía con el anaranjado y místico atardecer.

Al volver, siento que he visto muy poco del total de templos que hay, que me falta mucho por ver, pero también tengo la impresión de que me he llevado algo que recordaré siempre.

Una buena referencia de fotografías de Angkor es John Mc Dermond, quien refleja ese toque especial a través de imágenes en una atmósfera realmente mística.

Por la noche reviso fotografías para seleccionar y paso algunas notas a limpio, voy asumiendo l fructífero que hoy ha resultado este día tan especial en el viaje.

Si el día anterior contemplé las maravillas realizadas por los humanos hoy es el día indicado para contemplar los horrores humanos. Decido averiguar dónde puedo visitar algún centro de rehabilitación de minas antipersonales. No saco nada en claro a través de Internet ya que, según mi información, muchos de los centros de rehabilitación están situados en zonas alejadas. Preguntando, averiguo de la existencia de uno en Siem Reap, al que acudo con gran interés. Junto a un pequeño campo de voleibol donde juegan algunos minusválidos se encuentra el centro de rehabilitación. Las puertas están abiertas al visitante, pero por aquí no hay mucho turista. Junto a la misma entrada unos hierros de formas diversas sirven como improvisadas máquinas de rehabilitación, algunos pacientes están realizando sus ejercicios cuando entro. Una joven sin pierna me mira, tiene una expresión de dulzura en el rostro que contrasta terriblemente con su deformidad y un hombre, delgado y de unos 60 años, me saluda con el símbolo de victoria, como mostrándome su esfuerzo de superación. Ese simple gesto no lo podré olvidar jamás. En el interior del recinto me muestran como fabrican las diferentes prótesis de manos y piernas. El método es totalmente artesanal, con artilugios similares a los de un carnicero o dentista. Un enorme tablón con fotografías muestra imágenes de los pacientes realizando actividades deportivas con sus nuevas prótesis. Me introduzco en una de las habitaciones compartidas, donde se encuentra una niña, imagino familiar de algún afectado. Junto a la habitación hay un pequeño patio en el que algunos pacientes están jugando a la petanca. Entre ellos me sorprende ver a un occidental al que también le falta una pierna, me pregunto cómo, por qué, habrá llegado hasta aquí. Voy hacia la salida, me gustaría hacer algo más pero ni siquiera tengo papel fotográfico encima, así que no puedo regalarles algunas fotografías. Les pido una tarjeta del centro para enviar las copias y me marcho.

A escasos 500 metros del centro de rehabilitación se encuentra un hospital infantil de nueva construcción. Tampoco hay problema para visitarlo, esperas a que alguna de las enfermeras te haga un recorrido y al final del mismo puedes dejar una ayuda económica para su conservación. Hay dibujos de los niños en las paredes y en una sala de espera una madre me mira con tristeza debido a los llantos que emite su pequeña de pocos meses. En una de las habitaciones retrato a algunos de sus pequeños pacientes, sin atreverme a fotografiar, por respeto, a un niño con elefantiasis. Se me acerca sonriendo y le devuelvo una sonrisa, pero inferior a la suya. El pequeño me ha vencido, su sonrisa es mucho más firme y natural que la mía. Continúo la visita del hospital y me enseñan las nuevas salas de operaciones, la cocina exterior y recintos con diferentes niveles de hospitalización. La instalación se ve, en su conjunto, muy correcta. Junto a la cocina otro pequeño arroja lágrimas en un pequeño plato de arroz.

Finalizando casi la estancia en Camboya, opto por dirigirme dirección Poipet, en la frontera con el vecino país de Tailandia. Compartimos un taxi junto a 4 personas más a razón de solo 5 $.
La carretera de la travesía es aceptable, pasando por alguna población poco desarrollada que contrasta con los casinos de Poipet, la bienvenida a Tailandia. Poipet, no nos merece ningún atractivo, por lo que continuamos caminando hasta las oficinas de entrada al nuevo país. Al cruzar la frontera pasas por debajo de dos esculturas parecidas a las de Angkor Vat en las que se lee: bienvenidos al reino de Camboya.



------------------------------