Capítulo 10
SINGAPUR
Tomo el autobús dirección a Singapur (4$-5h). Los controles
fronterizos son de lo más rigurosos y a primera sensación que me
produce esta ciudad, isla y país es la de una enorme urbe ( 5 millones
de habitantes) en el que su desarrollo y preocupación por el medio
ambiente se hace latente por cada una de las ordenadas y pulcras
calles por las que atravieso en busca de alojamiento.
Estoy más perdido que nunca sin guía ni plano alguno con lo que me
adentro en un hotel para solicitar un plano de la ciudad que
amablemente me dan. Por mera curiosidad pregunto el precio de la
habitación. Son 100 motivos a razón de 1 $ cada uno, los que hacen que
no me hospede en este establecimiento. En este destino del primer
mundo la renta per cápita supera incluso a la de muchos países
europeos en varios miles de dólares anuales.
Guiado por el mapa, verifico mi ubicación en "Little India" barrio en
donde te puedes chupar los dedos comiendo por 3 euros en algunos de
los chiringuitos de la misma calle, comprarte una película de
Bollywood o hacerte un traje a medida en 24 horas. Parece que esta
zona es la más económica de la ciudad para el hospedaje.
Acudo a Internet para ver si tengo algún mensaje de mis amigos, los
que imagino todavía continúan alojados en casa de una prima de Luís,
que lleva varios años trabajando en una sucursal bancaria de primer
orden. Parece que no hay pistas acerca de ellos con lo que les envío
un correo anunciando mi llegada.
Por este barrio me siento más cercano a la India que a la propia
Singapur. Es como si una pequeña porción de la India estuviera metida
dentro de esta metropoli. Y es que la historia de Singapur, como la de
muchos sitios en Asia, es la historia del colonialismo británico y sus
empresas. Los ingleses, establecidos en Melaka, temían el
expansionismo de
Holanda, y decidieron, con la intervención de Sir Stamford Raffles,
ampliar su presencia en el estrecho para garantizar las rutas
comerciales de la Compañía de las Indias Occidentales entre China e
India.
Así nació Singapur, y enseguida empezaron a fluir miles de emigrantes
de China, Malasia e India, atraídos por el puerto franco y la
protección de la corona británica con una base militar y
naval.Singapur se convirtió en una floreciente colonia, que aumentó su
poder hasta que en la II Guerra Mundial Japón la invadió en 1941. El
final de la guerra supuso el nacimiento de un pujante nacionalismo
multicultural.
Los establecimientos hoteleros no coinciden con lo que busco. El más
económico tiene un coste de 15$. Parece que no hay nada más bajo de
esa cantidad. Es medianoche y sigo sin tener respuesta del grupo.
Aprovecho mi estancia en el pequeño local de Internet para dejar la
mochila tras la mesa del encargado como si de una taquilla se tratara.
Tomo mi pequeña bolsa con el saco en su interior para hacer tiempo a
la espera de aguantar hasta las 8:00 de la mañana, hora en la que ya
podré solicitar un alojamiento en el que no me contabilicen las pocas
horas que queden antes del check out. Transito casi todo el barrio por
entre la multitud de comercios hindús abiertos a todas horas. Que si
un café por aquí, que si otro café por allá: necesito estar despejado
sin caer rendido. Dan las 4:00 de la mañana, hora en la que aprovecho
para estirarme en un pequeño y escondido jardín, bajo unos enormes
edificios residenciales a la espera de que amanezca antes de
instalarme en el hotel o con suerte en casa de la prima de Luís.
Con restos de hierba por la cabeza me levanto para ir a Internet.
Recojo la mochila y acudo al hotel tras no saber nada de mis amigos.
Por suerte me ceden habitación 4 horas antes del check in, con lo que
aprovecho a dormir unas cuantas horas más antes de empezar mi visita
al nuevo país que pese estar tan próximo a Malasia, fueron varias las
diferencias irreconciliables que le llevaron en 1965 a declararse
independiente.
La pequeña habitación con buenas vistas es de lo más confortable y
dispone de nevera y televisión.Tampoco se puede decir que este país
sea excesivamente caro: la misma habitación que aquí cuesta 15 $. en
España se incrementaría algo más. En adelante me entero en la web de
Carlos alias el vagamundos (www.vagamundos.net ) que una de las
mejores
opciones para gente como nosotros es el New 7th Storey
(www.nsshotel.com), en pleno centro, con habitaciones impecables y muy
buen ambiente por 10 dólares
la cama. Qué rabia no haberme enterado a tiempo.
Nada más levantarme acudo a las oficinas de la compañía de vuelos con
la que tengo contratado los servicios, para realizar un primer cambio
de fechas en los pasajes. Las avenidas por las que transito dirección
Orched Street son enormes, lo que me hace recordar a Hong Kong. Los
comercios o centros comerciales se encuentran por todas partes y las
calles hacen resaltar de nuevo la merecida fama de limpieza de esta
ciudad, en la que creo se multa por arrojar un papel al suelo o
escupir en la vía pública.
Es domingo y no lunes como pensaba. Al ser festivo, las oficinas de
la compañía aérea están cerradas. Aprovecho para recorrer a pie la
zona en la que me encuentro hasta que me canso de tanto lujo y
comercio por metro cuadrado. Y es que Singapur es un gran centro
comercial de primerísimo orden. De hecho se organizan viajes
coincidiendo con la gran rebaja anual, de finales de mayo a mediados
de julio, la llamada Great Singapore Sale.
Dejando el tema de consumo que no me invade para nada acudo en metro
dirección a Marina Bay, donde se pueden contemplar
las enormes explanadas de inmensos jardines con vistas a los
rascacielos del distrito financiero. Estoy cerca de la zona portuaria
donde los contenedores de los cargueros forman una especie de mosaicos
tipo puzle que me hace recordar al ingenioso juego "tetris".
Sigo por la carretera principal a pie en dirección a la isla de
Sentosa. No hay un solo alma por la calle, cosa que me agrada para
verlo todo con más calma sin
ninguno de los típicos ajetreos laborales que imagino se producen en
horas punta. Por el borde del grisáceo pavimento del arcén recibo la
llamada de Luís. Es la primera vez que he dado uso al movil para ser
localizado. Que ilusión poder escuchar una voz amiga. Me comunica
que se encuentra en Singapur y por lo que dice no hay sitio en casa de
su prima. Es de extrañar ya que donde caben dos siempre caben tres: en
todo caso lo que no habrá serán camas. Deberé permanecer las dos
noches solo en el hotel.
Me da la dirección del domicilio donde han quedado todos para cenar. En
un principio no sé si acudir ya que no me considero del todo invitado,
por parte de su prima. Todo sea por ver a mis amigos.
Sentosa es como una especie de islote, que ha sido transformado en
centro de ocio para los habitantes de la ciudad. Tomo en la entrada
una especie de monorail (3$) para bordear toda la isla. El recorrido
durá unos 25 minutos seguidos si no se baja en alguna de sus
múltiples paradas como la de los bosques, playas o atracciones en
general. La zona de la playa no está nada mal, aunque se aprecia su
artificialidad debido a una más que perfecta ubicación y orden. En
otra de las paradas en las que me apeo durante mi segundo recorrido
accedo a un tramo de bosque tropical por el que me adentro desde su
inicio regido por la figura de un dragón de hormigón. Parece que uno
por aquí este de lo más alejado del próximo centro urbano de la
ciudad. Aquariums, granjas de mariposas y demás atracciones naturales
componen el resto de esta pequeña isla dominada por la gigantesca
escultura blanca que representa el "Merlion" animal símbolo de
Singapur mitad león, y mitad pez cuyo significado "la ciudad del
león" proviene de la leyenda de un príncipe malayo que viajando en
barca sufrió un temporal que prácticamente le hizo zozobrar. Al
desembarcar en una isla para repararla, el príncipe vio un animal
salvaje que identificó como un león, lo que le pareció un buen augurio
y decidió fundar allí la ciudad del león. A día de hoy los únicos
leones que habitan en la isla son los del inmenso y moderno
zoológico.
Paseo descalzo por la arena de la playa al atardecer. Los visitantes
empiezan a marcharse cuando me siento junto a una palmera para
contemplar la rosada puesta de sol, en la que fotografío con disimulo
a una pareja acurrucada ante la bonita y romántica estampa. Menos mal
que existen los sueños, para dejar volar la imaginación, en momentos
de tristeza y soledad, cuando no se tiene un hombro en el que apoyarse
o unos labios que besar.
Junto a los elevados teleféricos que aproximan la isla al casco urbano
está también la parada de autobús en la que tomo mi correspondida
línea de regreso al hotel, con el tiempo justo para cambiarme y
ducharme antes de acudir a cenar a la casa de una pareja catalana,
amiga de la prima de Luís. Por suerte, la dirección está a 20 minutos
caminando de mi hotel. Al llegar y tras los saludos amigables cenamos
tortilla de patata y múltiple tapas que tanto extrañe durante los
últimos meses. Me siento en comunidad junto a mis compañeros, la nueva
pareja de catalanes y la prima de Luís con su novio indio. Después de
cenar visualizamos uno de mis cds de fotografías en su portátil que más
tarde aprovecharé para Internet. La pareja de catalanes de la casa se
han instalado en Singapur hace poco con la finalidad de buscar algún
trabajo o negocio que montar. Hablando con ellos me entero de que son
amigos de una antigua compañera de escuela: Natalia Codinach, una
guapa rubia que volvía locos a todos los compañeros de mi aula.
¡Menuda casualidad! A veces, el mundo parece más pequeño de lo normal,
ante estas gratas coincidencias.
Tras despedirme de todos he quedado con mis compañeros a las 8:00 de
la mañana en el consulado de Indonesia, al que quieren acudir para
pedir información sobre posibles peligros o alertas de Sumatra,
nuestro nuevo destino. En mi caso no pienso acudir al consulado,
puesto que dicha información la quiero de
boca de las propias gentes a las que conozco y no de un empleado
burocrático. Según Jazz a partir del lago Toba hay una serie de
conflictos civiles. Por lo que puedo saber dichos conflictos solo se
producen en la zona de Banda Aceh en la punta norte de la isla.
De regreso al hotel me adentro en el barrio de la pequeña India.
Al ser Domingo por la noche miles de residentes hindús permanecen
sentados en algunas explanadas visionando algunos films de India.
Parece todo un acontecimiento muy arraigado a sus profundas costumbres.
Entro en un pequeño comercio para comprar algo de bebida cuando veo
una postal del Esplanade, un teatro inspirado en el Opera House de
Sydney como icono de Singapur. Me hubiese gustado visitarlo pero todo
no se puede en tan poco tiempo.
Mi última mañana en Singapur la aprovecho para cambiar los billetes
de avión desde las oficinas centrales. El grupo parece que acaba de
cambiar las fechas pocos minutos antes que yo según me explica una de
las empleadas. Deberé llamarlos para encontrarnos ya que no coincidí
con ellos al no querer ir al consulado de Indonesia. Tras salir de las
oficinas de la compañía de vuelos me los encuentro casualmente
almorzando en una de las terrazas cercanas. Ellos partiran de aquí a
la terminal de ferrys de Singapur. Les explico que es más rápido
acudir a Melaka donde me informe de que los ferrys son más rápidos y
baratos que desde Singapur. Parece que lo tienen ya decidido con lo
que me resigno a partir desde Melaka por ir con ellos. Al tener la
mochila guardada en el hotel quedo con ellos más tarde en la misma
terminal de Singapur.
Al llegar a la terminal de ferrys situada cerca del aeropuerto
observo que todavía no han llegado, cosa que me extraña ya
que han salido mucho antes que yo. Espero durante hora y media hasta
que decido comprar el billete de 12 $ en dirección Batam, una de las
primeras islas de Indonesia .Durante la espera me conecto a Internet
desde un caro monitor de la terminal para dejarles un mensaje al ver
que no me han dado respuesta. No entiendo que es lo que han hecho, podrían
haberme enviado un simple mail. Mi enfado interior es razonable ya que
he dejado de partir de Melaka rumbo a Sumatra por ellos, con todo lo
que eso me representa en el tema de costes.