¿Quién Soy?

ALEX LAPUERTA MEDIAVILLA

Nací en Barcelona un 14 de Diciembre, de ese mismo año 1975, en el que se produjeron una serie de cambios importantes, desde el punto de vista de las libertades democráticas en España.

Según me cuentan, ya de muy pequeño era bastante inquieto, inconformista y algo travieso, como la gran mayoría, imagino. A día de hoy aún conservo y con creces los dos primeros valores.

Con una infancia de lo más normalita, recuerdo esos meses a medio caballo entre Castelldefels (Barcelona) y Vilviestre del Pinar (Burgos), zonas en las que pasé mis primeras etapas estivales.

Hace ya mucho tiempo, los resultados de un test ya definían mi inquietante personalidad, con una puntuación máxima en idealismo y ansiedad. ¡Mmm mmm...!

Las menciones de mi persona en lo referente al término viaje se hacían constantes, al igual que a la obsesiva y atemorizante palabra rutina, término con el que jamás pude verme asociado.

Y es que desde mi infancia uno de los sueños de mi vida fue siempre el viajar. Viajar implica conocer y conocer es aprender, nutrirse y enriquecerse de culturas diferentes a la de uno mismo. Y eso es lo que yo siempre he querido hacer. Durante muchos años mi sueño consistió en viajar a los confines de la tierra, al continente austral; del que me atraía principalmente el desamparo espacial en el que se encuentra. Solía preguntarme como serían sus gentes, y si les afectaría ese aislamiento territorial.

Durante mis estudios de empresariales y marketing, los mejores recuerdos que mantengo son los de cómo conocí a los que hoy puedo llamar amigos y también a un simpático anciano vagabundo de larga barba blanca que me alegraba las mañanas con su sonrisa, antes de entrar a clase y al que regalé algo de ropa, que yo no necesitaba. Los peores recuerdos como es bien sabido, fueron los exámenes.

Me inicié en el ámbito laboral, con trabajos como Asesor de Bolsa Internacional en una prestigiosa Agencia de Valores o Consultor en productos financieros a través de una Asesoría de Opciones sobre Futuros, con sede en Suiza, país al que desviaban grandes sumas de dinero sin el consentimiento de los propios clientes. Sin sentirme para nada satisfecho en tales actividades del sector financiero ( llegué a la conclusión de que siempre hay uno que gana por otro que pierde), di un nuevo rumbo a mi vida de forma radical, debido a las malas experiencias acontecidas; por lo que decidí substituir mi trabajo, por otras actividades más reales e independientes como transportista, con mi antigua furgoneta VW o comercial de productos propios por festivales de España, Francia y Bélgica. Fue precisamente en esa nueva etapa donde inicié mis estudios de fotografía. Estudios que me iban abriendo horizontes imaginarios, al tratarse de un nuevo campo en el que sí me veía inmerso y satisfecho.

A medida que pasaba el tiempo, la mayoría de gente de mi entorno iniciaban una nueva vida, la profesional; y encauzaban sus metas por ese “camino recto de la vida” en el que nos han educado a los de mi generación, consistente en una encarnizada competición por ser más y mejor que tu vecino. Yo por mi parte elegí, hace ya unos años no integrarme en una sociedad materialista y superficial, necesitaba tomar un desvío. Y ese desvío lo iba a encontrar viajando de la forma más humilde posible.

Respecto al tema personal y afectivo, los amigos que comulgaban con estas singulares ideas mías no podían unirse de un principio a mí, en mis tan soñados viajes, porque estaban atados por lazos sentimentales o laborales. Y es que nunca entendí el que una unión en pareja o trabajo implicase una separación parcial o total de las amistades. Debe ser porque nunca he sido de esas personas que mantienen relaciones serias y duraderas. Los motivos no los sé, probablemente por estas ansias de conocer el mundo, por la importancia que concedo a las amistades, o por el hecho de haber sido engañado a más tierna edad por una dama de noche colombiana; quién sabe. Tampoco funcionó la única relación parecida a algo serio y duradero que he podido tener junto a la hija de un gurú del marketing polaco-americano de nombre impronunciable. Sucedió con la criatura más perfecta que he podido conocer en todos los sentidos, y el mero hecho de que la relación no prosperará por motivos propios que, todavía hoy, no me logró explicar, me hace pensar que jamás podré encontrar a esa persona con la que todos soñamos. Pero, como ya he dicho, quién sabe, trotando, una vida puede cambiar; mantendré la esperanza….

En cuanto a mis aficiones destacar:

Los deportes de aventura en general, como la bicicleta, de la que atestiguan que aprendí a ir sobre dos ruedas casi al mismo tiempo que a caminar. También el surf de mar y montaña, deportes con los que siempre me encuentro en total libertad por el medio natural que los rodea. Musicalmente, la guitarra y armónica en todas sus vertientes universales.

Y por supuesto, y lo más importante, mi interés en todo lo relacionado con la SOLIDARIDAD en general, como persona legal que saben que soy los que me rodean.


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